Ya me lo han dicho más de una vez. No soy despistada pero, a veces, tengo el sentido arácnido desactivado y no me cosco. Eso hace que viva situaciones curiosas, como el día que pensé que había ligado y al final de la noche "mi chico" se dio el filete con su novio (...) o la noche que bailé Chayanne con una de estas mujeres viejóvenes pro monarquía, toros (y olé) con las uñas pintadas de rojo, amarillo y morado (*).
Hace unos meses hice Madrid-Santiago en Ryanair. Esa hora de viaje es mi momento de escribir chistes (o algo parecido).
Ya en el aire, notaba que el señor que tenía al lado no paraba de mirar mi libreta. Me estaba poniendo nerviosa, no me gusta que lean... a veces puedo escribir cosas como "final feliz, rabo, *dibujo de un sol*, tetas..." y entenderlo a la perfección.
Seguí haciendo como que no me enteraba hasta que el señor empezó a hablar:
Señor: ¿A dónde vas?
Carolina: A Sevilla, ¿no es este avión? Oh, santo cielo.
Señor (con un ligero acentillo extranjero): Yo soy de Santiagou.
Carolina: Ah, muy bien. Yo voy a Coruña luego.
Sonrío y sigo escribiendo. Notando que él mira lo que escribo y me tapo disimuladamente...
A todo esto, era un señor (no era mayor, ni adorable). Si fuera un apuesto muchacho os habría contado otra versión.
Y comienza la confusión. Él pregunta "¿Conoces a los míos?" y yo, pensando que se refería a los guiris, le dije que sí. Se alegra y me pregunta si conocía a alguien que lo fuera, le contesto que sí, que tengo un amigo y que lo entiendo muy bien. Inmediatamente me da esto:
Sí señor. Ahí estaba, como un conejo al que le dan las largas (Ernesto Sevilla dixit), asintiendo e intentando entender de qué me hablaba.
Me invitó a ir a una caminata en Santiago con él y unos amigos. Decliné su proposición muy elegantemente, por qué no decirlo.
Sonreí y volví a mi libreta. Vuelve a sacar tema. Me pregunta por mis creencias.
"Yo creo que hay un ente superior a nosotros, sí", es mi forma de describir a Raphael. "¿Y no te interesa ninguna religión?" "No, las comparto pero no las respeto..." Estaba cansada de escucharlo, ¿vale?
Glorioso silencio. Y breve.
- Oye, ¿Y haces deporte?
-
- Ah. ¿Y qué deportes haces?
- Fútbol, tenis, kayak...
- ¿Sí?
- No. Pero estoy apuntada al gimnasio y fui una vez y tal.
- Ah.
- Seh.
- ...
- ...
- ¿Y qué haces en tu tiempo libre?
- Voy a caminar, veo Saber Vivir en la tele, cuando me indigno me cruzo la bata y miro con desaprobación, ya sabes.
- Ajá.
Aquí tuvimos que pausar la conversación porque se me acercó una azafata de Ryanair a preguntarme si quería comprar algo para comer, un billete de lotería, romero o si me gustaba algún azafato, que por un módico precio me hacían un apaño. Eso es lo que entendí.
- ¿Y quién te viene a buscar al aeropuerto? ¿Tu novio?
- Mi novia.
- ...
- ...
Cuando estábamos a punto de aterrizar, en el papelito de "Cristo el Señor" que me había dado antes me escribe una web y su número de teléfono "por si tengo alguna duda". Sonrío y en cuanto nos podemos desabrochar los cinturones, cojo mi maleta y me dispongo a huir. A punto de alejarme de él, mantenemos una última conversación:
- Oye, ¿y cómo te llamabas? Yo José.
- Yo María, adiós.
Y me fui.
PD: Decidme en comentarios que vosotros habéis vivido cosas parecidas para que me sienta menos sola, más humana, menos rara.
______
(*) Pasamos gran parte de la noche hablando, me dijo que le gustaban mis uñas, que era muy original lo de mezclar colores. Le contesté que era una bandera y me preguntó "¿De qué país?". No recuerdo cómo terminó la conversación, igual pusieron la Danza Kuduro y tuve que dejar la cintura sola.