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miércoles, 15 de agosto de 2012

Mi gran noche

Ha llegado el día que todos estabais deseando, tras miles y miles de comentarios pidiendo que os contara mi experiencia en el concierto de Raphael, he decidido escribir una crónica. Marcará un antes y un después en la historia de las crónicas de conciertos, yo lo sé, muchas de sus fans se rebelarán contra mí, por envidia, pero no me importa, porque os quiero. Y lo quiero. Va por ustedes.


Puede que algunos no lo sepan, pero me gusta Raphael. No, no es un cantante indie con barbita y camisa de cuadros. Es el de Yo soy aquél, Digan lo que digan, el Tamborilero... y demás hits.
Me flipa cantar en playback y con poderío, él es la estrella de mi lista de reproducción Canciones para limpiar la casa.
Gracias a las redes sociales he vivido cosas con él increíbles. Tales como ser retuiteada por él en diversas ocasiones sin citarlo, en tuits como "Que Raphael deje de sacar canciones, que no me da tiempo a aprenderme las letras" o "Lo único que me anima ahora mismo es una canción de Raphael"... ¡¡¡Sin citarlo!!! Me tiene fichadísima. Normal, también te digo.
Hace meses, en su feisbuc oficial, anunciaron que iban a sortear una entrada para su próxima gira entre todos sus fans. Para participar solamente había que dejar un comentario diciendo por qué creo que merezco la entrada. Me animé a concursar, dado que la mayoría de sus fans son señoras que todavía dicen "el parte"... tenía posibilidades. Abrí mi corazón en un parrafito con la esperanza de que no se publicara en el timeline de mis amigos... Al minuto de publicarlo, tuvo 5 "me gusta" con sus respectivos "JAJAJAJA pero tía, eso cómo" en mi muro.
Pasó el tiempo y, como pensaba que no ganaría, publiqué en mi tuiter"Busco acompañantes para el próximo concierto de Raphael en Madrid, preferiblemente señores adorables. RT plis". Lo retuitearon más de 15 personas, entre ellas el mismo Raphael, su club de fans de Perú y varias fanes suyas. Una de ellas me tuiteó preguntando si era la misma que en feisbuc, porque era finalista del concurso. En ese momento me cabía una sandía por el ojete.

Seleccionaron a 5 personas, por último teníamos que decir dónde queríamos ver el concierto y contar algo más. De nuevo abrí mi corazón, de par en par y sin tapujos porque soy muy de eso, y volvieron los "me gusta" y los "JAJAJAJAJA no, a ver, eso cómo" de mis amigos.
Y, señores, gané. Y lo festejé sola porque ese día Compidepiso estaba en casa de sus padres. Pero lo festejé. Con la esperanza de recibir felicitaciones por mi premio, lo escribí en mi estado de feisbuc, que provocó reacciones muy dispares...


Gané y se acercaba el día del concierto, pero no sabía con quién ponerme en contacto para que me diera la entrada. Hasta que reviso mis menciones en Twitter y leo "RaphaelOFICIAL followed you". Y me hago da un jari al ver que además tenía un DM suyo, el cual he buscado y debido a su antigüedad ya no está, diciéndome que mi entrada estaría en taquilla a mi nombre el mismo día del concierto. Le contesté "Gracias!!! Me habéis hecho muy feliz", pensando que sería su equipo el que se encargaba de esto y me contestó "¿Me habéis?", que finalicé disculpándome con un "¡Me HAS! Los nervios... Gracias Raphael!". Aproveché también para preguntarle si tenía que ir días antes a hacer cola con mi tienda de campaña o estaban numeradas las entradas. A esto último no me contestó, pero es normal, los artistas tienen una vida muy ajetreada y les encantaría contestar a todos sus fans, pero no tienen tiempo.

Y llegó el día... estaba nerviosa, no sabía qué ponerme. Compidepiso no me dejaba pintarme "RAPHAEL" en la frente. Coincidió con una manifestación contra los recortes en Educación. Tuve que ir en taxi porque el metro estaba cortado en Banco de España y el concierto era en la Zarzuela que, como todos sabréis, es un lugar muy especial en su carrera.
De lejos vi que estaba la policía restringiendo el paso una calle antes del teatro, no me dejaban pasar. Les expliqué que venía a ver a Raphael y pensaron, no sé por qué, que les estaba engañando. Me acerqué a otro poli con cara de mejor persona y al ver mi cara de agobio (llegaba tarde), me dejó pasar.

La mecánica del concierto es, a grandes rasgos, como los demás. Yo iba con plataformas, para ir al foso y así evitar que algún pelo cardado no me dejase ver, pero no hizo falta porque tenían butacas numeradas.
A mi derecha y encima tenía a una señora un poco gordísima, que ocupaba su butaca y parte de la mía, sin exagerar. Me dijo que le gustaba mi camisa y yo le dije que tenía un disfraz de sevillana de una tela parecida a la de su vestido. Poco tiempo tuvimos de hablar porque los acordes de Mi gran noche comenzaron a sonar y me vine arribísima.

(Se puede apreciar en la imagen lo arriba que me vine. También se aprecian los peinados de peluquería de sus fans)

Al finalizar la primera canción, las señoras se levantaban y pensé que ya iba a comenzar el pogo, por suerte mi reciente amiga me explicó que se solían poner de pie, las que podían, a aplaudir al final de cada tema.
Nos levantamos para aplaudir en todas las canciones. Incluso dos veces en algunas, que hacía una de esas pausas largas que parece que es el final pero no. Había mucha unión.

Algunas letras no me las sabía y miraba a mis lados para ver si las señoras movían la boca o no, sólo que en su caso estaba más justificado. Opté por dar palmas e intentar sacar fotos.
Durante todo el show, no paraban de gritarle "guapo", la señora del vestido de sevillana le llegó a gritar "precioso" en un momento álgido. Yo me animé también, pero me limité a berrear "¡Válido! ¡Buena persona!" porque para mí su música está por encima de su físico.
A mitad del concierto tuve que levantarme para dejar pasar, porque una señora que tenía al lado se estaba meando.
La señora del vestido de sevillana lloró desde el comienzo, hasta en Escándalo (en la cual llamé a mi madre para que la escuchara y no me contestó), se estaba limpiando los mocos disimuladamente con la manga así que le di un kleenex que fortaleció nuestra amistad. Al final de una canción, tuvimos una pequeña desicronización al levantarnos y me golpeó muy fuerte el hombro con el codo.

(La señora del vestido de sevillana aplaudiendo en la única canción que me quedé sentada porque se me estaba bajando el pantalón y no quería que la de atrás me viera las bragas.)

El concierto llegaba a su fin. Duró más de dos horas en las que Raphael no descansó un momento, transmitía una seguridad y un amor por la música difícil de describir. Me fijaba en sus gestos y en su admirable forma de cantar dejándose la voz. Yo suponía que estaba dejando "El Tamborilero" para el final, por terminar en lo alto, y me emocionaba con sólo imaginar al público coreando "¡RO PO POM POM! ¡RO PO POM POM!". Y terminó el concierto. Y le pidieron bises. Y se fue de nuevo. Y le pidieron bises. Y se fue again. Y se levantó todo el mundo, a su ritmo, para irse. Cuando estaba en el bus de vuelta a casa, imaginé que ya no la iba a tocar.

La valoración de ese día es muy positiva y para finalizar esta magnífica experiencia citaré a mi madre cuando le dije que si se animaba a venir conmigo al concierto de Raphael, que había ganado una entrada: "No".